sábado, diciembre 26, 2009

MUCHAS FELICIDADES DESDE EL BLOG DE TEORIAS DE LA PERSONALIDAD


Queremos transmitir nuestras más sinceras felicitaciones a todos nuestros lectores que apoyan con sus lecturas y comentarios todos y cada uno de nuestros artículos.
En 2010 procuraremos ofrecer contenidos más actualizados y de repercusión científica de fotrma más periódica, de manera que todo aquel interesado pueda acceder a escritos de relevancia en el área de salud mental y en particular en los referentes a la personalidad y sus variantes psicopatológicas.
Así mismo, pretendemos ofrecerles una serie de artículos propios sobre reflexiones derivadas de la práctica clínica, con discusiones de casos reales y su manejo según las distintas escuelas terapéuticas a cargo de eminentes profesionales.
Deseamos pues que sigamos juntos la andadura psicológica y animamos a nuestros lectores a que sigan participando en nuestro Blog.
¡¡¡¡¡¡¡¡Feliz Navidad y un gran Año Nuevo a tod@s!!!!!!!!

Rafael Gautier

miércoles, octubre 28, 2009

La empatía en la psicopatía

*






Hugo Marietan.
“Me duele que no te duela mi dolor”

Psiquiatra. Hospital Borda. Buenos Aires
[10/2/2009]

Resumen

El psicópata carece de la vivencia de empatía. Le está vedado comprender al otro. Sí puede “entenderlo”, conocer sus fisuras y, de esa manera manipularlo. El dolor del otro, físico o psíquico, lo entiende, y a veces, haciendo un análisis intelectual del fenómeno. El proceso de cosificación del otro (innato en él), lo aleja más aún de la posibilidad de la empatía: el otro es depreciado como persona, devenido en objeto de uso. En consecuencia, el psicópata usa a las personas como materia prima (cosas) para lograr sus objetivos. El psicópata avanza hacía su objetivo impulsado por sus necesidades especiales (lograr el poder, por ejemplo), y si en el trayecto destruye o lastima cosas (personas) es un mero efecto secundario poco o nada atendible para él. Su enorme grado de libertad interior le permite (y sus códigos propios lo justifican) emprender empresas donde el daño hacia los otros no está contemplado. El dañado permanece perplejo ante el daño psicopático dado que no puede comprender la naturaleza del daño en toda su magnitud, ni la motivación que llevó a tal acción: tan lejos está de la mente de un psicópata.

1) “No le interesa herir a la gente, humillarla; no siente nada. A él le da lo mismo navidad que cumpleaños, no demuestra nunca nada de sentimiento. Cuando quiere agradar a alguien finge. Por ejemplo se enteró que una Sra. tenía dinero de un negocio propio. Esta señora tiene un hijo con una lesión cerebral y debe de estar en silla de ruedas. Entonces, para poder estafar a la Sra., llevaba a pasear al hijo, y le compraba helados. La Sra. estaba asombrada porque alguien se había acercado a ella sin importar que tuviera un hijo minusválido. Pero él andaba queriendo algo con la Sra. Y el niño le llama a casa pidiendo que lo lleve a pasear, que estaba esperándolo. Y yo le decía cómo para gastar en ellos sí tenía y para aportar gastos aquí en la casa no… Y él me contestaba: “tranquila yo no quiero nada con la Sra. Sé que le puedo pedir dinero prestado para pagar mis tarjetas de crédito. Lo que tú no sabes es que invierto para después sacar más”. Como nunca logró nada, cuando la dejó de ver, le dijo “Que bueno que tienes un hijo así, Dios te castigó porque eres muy dura para soltar la lana”.

La empatía implica sentir “como dentro del otro”; y “simpatía” es sentir en consonancia con el otro. “Apatía”, en cambio, es el grado emocional cero, no resonar afectivamente con el otro; sin pasión. Para que la empatía sea posible es necesario que ambas personas se consideren iguales en su valor de persona. Deben compartir códigos comunes y experiencias afectivas similares para que el “comprender” se efectúe. En los momentos de empatía hay una integración de esas dos personas en un uno empático. Y la persona vivencia que ha sido “comprendida” por el otro.

La empatía suele ser habitual en la mayoría de las personas bajo la fórmula: “yo, en lugar de él sentiría lo mismo”. Y se manifiesta desde el anoticiarse de un hecho dramático (muy frecuentes en estos días) hasta cuando se usa un medio artificial como un película o una serie de televisión, donde somos empáticos hasta con el personaje ideado por un guionista.

2) “Estando de viaje mis padres fueron asaltados. Cuando hablé por teléfono, me dijo mi mamá que a mi papá le habían dado un culatazo pero se encontraba bien, con un pequeño tajo en la cabeza. Se lo comenté aliviada a mi marido, y me dijo que seguramente mi papá estaba internado o muerto pero no me habían dicho nada para no preocuparme, a lo cual yo me puse mal, quise que me abrazara a lo que respondió que él no estaba en condiciones de contenerme”.

La simpatía, en cambio, consiste en conseguir un estado de agrado del otro hacía nosotros. Desde ya que hay un algo de artificialidad, de algo aprendido, en el acto simpático. Ya sea por repetir conductas que agradan (muy vistas en los niños ‘graciosos’) y en las personas que descubrieron que ciertos modismos “caen bien”. Y, desde luego, por el ejercicio de algunas profesiones: vendedores, diplomáticos. El simpático “trabaja” para agradar, y, en consecuencia, puede graduar su simpatía.

El empático es, necesariamente, espontáneo: no pude injertarse empatía. Cualquier artificialidad constituiría una traba en “el ingreso” en el otro. El empático comprende y es comprendido por el otro. Al empático no le hacen falta TODAS las palabras para comprender una manifestación afectiva que el otro le explica. Tal vez con un gesto baste. La comprensión va de afectividad a afectividad, sorteando la lógica.

El no empático, en cambio, necesita de todas las explicaciones del otro, porque debe “entender intelectualmente” la afectividad el otro. Usa su lógica para decodificar algo afectivo en el otro. Única manera de aproximarse a la afectividad del otro. Es como un extranjero, puede entender los contenidos intelectuales de un idioma pero no los matices afectivos del tono, los sobreentendidos, ni la gestualidad que acompaña a las frases.

Por lo tanto, el no empático se guía por su razonamiento y la interpretación lógica de las manifestaciones afectivas del otro. Y, lo mismo que el extranjero, suele imitar gestos y mímicas que ven en los otros, sin comprenderlas, sólo porque “van con esas frases”.

Este “como sí empático”, por aprendizaje de la mímica, es lo que confunde a muchos complementarios, que creen ser entendidos por el psicópata.

3) “He de decir que es una persona con cierta carencia emocional. No es capaz de sentir más allá de la alegría, la tristeza, el orgullo, etc. A veces me ha preguntado “¿cómo se siente la tristeza?”. Nunca creí que lo dijera en serio, pero cuando lo pienso, creo que tiene una curiosidad real basada en su incapacidad de sentirla como es habitual en el ser humano. Por eso, como ella es el patrón principal y las normas las establece ella, no se para a pensar en los sentimientos del otro. Salvo en determinadas ocasiones en las que su víctima le sea verdaderamente productiva e interesante, en las cuales, ataca directamente para desgarrar los sentimientos más humanos. Suele contar (como si fuera lo más normal de mundo, aprovechando las charlas amistosas) que a los diez años aprendió a hacer llorar a su hermano pequeño con la mirada”.

4) “Una vez estábamos con él en el cine mirando un dramón: yo lloraba y él me miraba. Al rato lo veo llorando también. Asombrada, dado que es un gran insensible, le pregunto qué lo hacía llorar. Y él me pregunta: “¿qué, no hay que llorar en esta escena?”.

5) “No le importa ver llorar a sus hijos o a mí por cosas que nos hace. Él dice que así “aprendemos a ser fuertes”, que “así se hacen las personas”.

Cuando los niños se han portado un poco mal, los coge a parte a una habitación y puede llegar a estar una hora hablándoles, le aseguro que no sé de qué. A mi hijo de sólo 4 años también le hacía esto. Cuando yo no aguantaba más, entraba en la habitación y el niño estaba allí con cara de no comprender nada y con los ojos llorosos y él con cara de desmesurado.”

La simpatía va, activamente, del simpático al otro (S hacía O). Así, la participación del otro es mínima, es como un receptor de la simpatía.

El empático, en cambio, es pasivo: recibe del otro la emoción y activamente la resignifica para sí y la asimila de acuerdo a sus experiencias y sensibilidad. La empatía va del otro al empático. El otro participa emitiendo (mostrando) sus expresiones. El empático es el receptor.

El psicópata no es empático. Puede ser simpático.
El psicópata puede captar la vulnerabilidad del otro, la que es utilitaria para él, y desprecia el resto.
El empático, al nivelar de persona a persona puede causar enormes sufrimientos a sabiendas.
El psicópata no causa daño con la intención de dañar, el va hacia su objetivo, y si algo lo obstruye o lo destruye, o lo neutraliza o lo salta; siempre actúa en pos de su objetivo, no porque pretenda dañar a un sujeto en sí.


El empático si puede utilizar esa empatía para dañar en profundidad al otro porque sabe qué va a sentir el otro por el efecto de su acción porque es un igual.
El psicópata causa daño como efecto colateral a su acción principal -su objetivo.
El empático sabe lo que está haciendo y lo que el otro está sintiendo.
El psicópata puede hacer algo dañino, torturar por ej., pero nunca va a poder aprehender lo que el otro siente, sabe que este punto es doloroso y ahí debe poner el torno, pero no sabe hasta qué punto el otro está sintiendo dolor. Es por esto que el psicópata no siente culpa por su acto, para él es un trabajo o está en su épica - y aquí el objetivo todo lo justifica-.

6) Hace poco falleció su tío, y como mi marido está interesado en los bienes y sobre todo por el auto, visita a su tía para ver cómo puede apropiarse de esos bienes. Se junto con sus otros hermanos, uno de los cuales es abogado y policía, y me contó que están haciendo todos los papeles ilegales para quedarse con las propiedades, sin importarle lo que le pase a la tía que es una persona mayor.

El empático, cuando hace una maldad, siente en parte lo que siente el otro -simbólica o fantasmáticamente-, y eso lleva a un displacer interno que es lo que se llama culpa, lo que hace le genera culpa, sabe que ha hecho algo que no está bien, que ha vulnerado un principio del bien común y pagará por ello con angustia o somatizando.

El empático es el verdadero dañino con conciencia de cómo cala su daño en el otro; es dañino con el otro y contra sí mismo (culpa). La maldad agota al empático.

En el psicópata el hecho dañino no tiene ningún costo afectivo, no hay un plus, por eso permanece tranquilo e imperturbable, y esto antes, durante y después de la acción psicopática.

Muchos empáticos generan en su fantasía actos dañinos hacia otros, pero no se animan a soportar el quantum de angustia que le generará la acción en la realidad -‘pecan con el pensamiento’-. Saben que van a causar daño pero el costo de ese daño inhibe la acción dañina; otro factor de inhibición es el costo ante la responsabilidad del daño infringido al otro, el cómo se va a ver perjudicado al ser descubierto por el daño causado -temor por las consecuencias-.

El psicópata al ser no empático con el otro no sufre con el otro ni por el otro. En ese sentido es apático. Es más, puede sentir “extrañeza” por la forma de reaccionar del otro frente a sus hechos psicopáticos: al no ser empático no puede medir la intensidad de las consecuencias negativas de sus acciones en el otro.

7) En determinado momento de la cena, el hermano comenta a J que su hija le dijo: “Estoy desorientada en mi vida, no sé qué hacer”. J le dijo a su hermano: “Es fácil, el hijo de X, que tiene la misma edad tampoco sabe qué hacer, así que por qué no te ves con X, juntan un capital, y que ellos empiecen un negocio”. El hermano insiste: “Pero no está diciendo eso, está diciendo que está desorientada en la vida. Y J contesta: “¡Claro, por eso!”.

El psicópata carece de la vivencia de empatía. Le está vedado comprender al otro. Sí puede “entenderlo”, conocer sus fisuras y, de esa manera manipularlo. El dolor del otro, físico o psíquico, lo entiende, y a veces, haciendo un análisis intelectual del fenómeno. El proceso de cosificación del otro (innato en él), lo aleja más aún de la posibilidad de la empatía: el otro es depreciado como persona, devenido en objeto de uso. En consecuencia, el psicópata usa a las personas como materia prima (cosas) para lograr sus objetivos. El psicópata avanza hacía su objetivo impulsado por sus necesidades especiales (lograr el poder, por ejemplo), y si en el trayecto destruye o lastima cosas (personas) es un mero efecto secundario poco o nada atendible para él. Su enorme grado de libertad interior le permite (y sus códigos propios lo justifican) emprender empresas donde el daño hacia los otros no está contemplado. El dañado permanece perplejo ante el daño psicopático dado que no puede comprender la naturaleza del daño en toda su magnitud, ni la motivación que llevó a tal acción: tan lejos está de la mente de un psicópata.

El empático, un normal o un neurótico, resuena emocionalmente con el otro, que es considerado una persona como él. En consecuencia es plenamente consciente de las vivencias que desencadena su accionar en el otro. Hace el daño y de alguna manera una parte de ese daño se le vuelve en contra como culpa (o sus manifestaciones psicosomáticas). Daña y se daña. Su libertad interior acotada por los principios morales comunes y sus inhibiciones intrínsecas, le impiden muchas veces llevar a la realidad su plan dañino hacia el otro. Pero cuando lo hace maneja preciosismos de daño anclados en la historia emocional del otro que él de alguna manera también conoce.

Por eso la contundencia del daño puede ser intensa y devastadora. El dañado, a su vez, puede entender la naturaleza del daño y las motivaciones del dañino. Por el mismo proceso de empatía, y la cercanía con la mente del empático.

*Imagen fotograma: "Persona"; Igmar Bergman

miércoles, septiembre 30, 2009

Trastornos de personalidad: la importancia del diagnóstico puntual



Breve resumen general sobre los TP.


Se caracteriza por afectar prácticamente todos los aspectos de la vida de quien lo padece.
De fuerte vinculación con la construcción de la identidad, si no es abordada a tiempo, esta patología de orden psíquico tiende a cronificarse, arraigándose cada vez más los patrones que la caracterizan y que en muchos casos pueden asociarse a la ansiedad y la depresión. "Un trastorno de personalidad es una patología muy compleja en varios sentidos. En primer lugar, afecta casi todos los órdenes de la vida del paciente. En segundo término, está vinculado con la identidad, es decir la 'columna vertebral' de los seres humanos; y en tercer lugar debido a que si no se realiza el tratamiento adecuado y no se diagnostica a tiempo, sus manifestaciones y características principales tienden a cronificarse o volverse permanentes e inalterables, pudiendo además estar acompañadas por manifestaciones de ansiedad y depresión", expresó el licenciado Eduardo Nicenboim, psicólogo, psicoterapeuta, miembro titular del Centro Asistencial (Fundación AIGLE) Las reacciones desmedidas, una característica de los trastornos de personalidad.

Justamente esta posibilidad de "agruparse" es lo que hace que los diferentes trastornos o padecimientos muchas veces sean difíciles de distinguir volviéndose el problema del sufrimiento psíquico, una cuestión controvertida. No obstante, y teniendo en cuenta que cada una de las personas que padece alteraciones de orden psíquico tiene como principal objetivo "dejar de sufrir" y sentirse mejor, más allá de las discusiones metodológicas, en los últimos tiempos la ciencia y la investigación avanzaron mucho en una dirección: la discriminación en categorías de aquellos trastornos más frecuentes, con el objetivo de encontrar un diagnóstico y diseñar una metodología de tratamiento eficaz para cada uno de los casos. "En el caso de los trastornos de personalidad, las complejidades aparentemente negativas de los cuadros se condicen con un índice bajo de éxito terapéutico que en los últimos veinte años ha ido captando la atención de los profesionales que se volcaron a la búsqueda de plataformas de mayor utilidad terapéutica apelando a la inclusión de la psicofarmacología como terapia complementaria de rigor en casos como los trastornos fronterizos", afirmó Nicenboim, también secretario de la Federación Latinoamericana de Psicoterapia (FLP) y director del portal de Internet depsicoterapias. "Gracias a esto y como hecho demostrado a través del seguimiento de los pacientes, hallamos que el paso del tiempo en los trastornos de personalidad aminora ciertas sintomatologías como por ejemplo la impulsividad, el descontrol y las conductas violentas", añadió el especialista.


Pero todavía falta. De hecho, los trabajos llevados a cabo por expertos de diversos centros de investigación en el mundo permiten vislumbrar la posibilidad de obtener mejorías significativas si se operan ciertas premisas. "La primera y tal vez más importante de ellas consiste en la puesta en marcha de una abordaje que tienda a la personalización del tratamiento, teniendo en cuenta que cada paciente presenta características propias. Del mismo modo, hay que entender la dificultad para el cambio como una consecuencia del trastorno, por lo que los terapeutas que tratan este tipo de perturbación han de prepararse para ser pacientes en un contexto de lentos y mínimos cambios en tiempos dilatados", detalló Nicenboim. Algunas otras pautas fundamentales del abordaje son: mantener una actitud terapéutica que enfatice el aspecto relacional del trastorno; involucrarse en la tarea desde el rol de terapeuta manteniendo una actitud muy activa; estar atento y ser flexible para cuando es necesario cambiar la modalidad; disponer de un equipo terapéutico de soporte para cuando haga falta."Es obvio que estas claves apuntan a generar dos unidades de abordaje: la técnica que abra la acción de cambio y la de vinculación terapeuta-paciente. Pero, más allá de eso, el concepto clave y a su vez el mensaje más importante para transmitir es el de actuar a tiempo. Un buen tratamiento, precedido por un correcto diagnóstico, no sólo aumenta las posibilidades de alcanzar el objetivo de la psicoterapia que es el cambio, sino que además nos asegura el hecho de tener chances de poder decir que se alcanzó un alivio", concluyó el especialista. Principales características de un trastorno de personalidadDe acuerdo con los profesionales, quienes padecen esta patología presentan, entre otros parámetros: - Patrones de percepción, reacción y relación relativamente fijos, inflexibles, socialmente desadaptados, repetitivos y particulares o propios. -Comportamiento rígido e incapaz de adaptarse a situaciones. - Incapacidad operacional. - Reacciones desmedidas que llevan al desarrollo de problemas a nivel familia, laboral y social.- Desconocimiento e ignorancia respecto a lo inapropiado de su comportamiento y reacciones. Para mayor información: -

Federación Latinoamericana de Psicoterapia (FLP): http://www.flapsi.com - Portal depsicoterapias: http://www.depsicoterapias.com Fuente: PRO-SALUD News
18 de Septiembre de 2009

La etiopatogenia de los trastornos de personalidad desde la psicoterapia integrativa


Roberto Opazo Castro *; Verónica Bagladi Letelier **.-->* (PhD) Director of the Chilean Institute of Integrative Psychotherapy. ** (PhD)Clinical Director of the Chilean Institute of Integrative Psychotherapy.

Cortesía de psiquiatría on line.com


[11/4/2006]
Resumen

Se describe una panorámica de los Trastornos de Personalidad y se explicitan diversas aproximaciones a su etiopatogenia. Se establece que se trata de un desafío clínico difícil de enfrentar y que un abordaje integrativo pasa a constituirse en una necesidad. Se describe el Supraparadigma Integrativo cos sus paradigmas biológico, cognitivo, afectivo, inconsciente, ambiental/conductual y sistémico integrados a través del sistema SELF. Se explicita la psicoterapia integrativa que se ha venido desarrollando a partir del Supraparadigma y se establecen las ventajas comparativas que ésta aporta. En el marco de la psicoterapia integrativa, se aborda el tema de la etiopatogenia de los Trastornos de Personalidad. Se delimitan algunas “avenidas centrales” para el abordaje de los Trastornos de Personalidad desde la psicoterapia integrativa. Finalmente, se muestran algunos resultados alcanzados con la psicoterapia integrativa en Trastornos de Personalidad.


Los Trastornos de Personalidad tienen una prevalencia entre el 0,5% y el 3% de la población general y entre el 3% y el 30% en poblaciones psiquiátricas y de tratamiento ambulatorio (1). En general, las cifras de prevalencia son muy variadas y no resulta fácil establecer con precisión lo que ocurre al respecto.Es así que se han realizado diferentes tipos de estudios relativos al tema y los resultados suelen diferir bastante. Las encuestas comunitarias muestran una gradiente de resultados en los diagnósticos de Trastornos de Personalidad, que oscila entre un 0,1% hasta un 9,8% (la media se ubica en un 2,8%). En los países en desarrollo, los valores fluctúan entre 3,4% hasta un 10,7% (la media de este estudio fue de 4,7%). En 1999 Florenzano recoge los hallazgos de Perry y Valiant quienes afirman que entre el 5% y el 15% de los adultos pueden presentar un trastorno de personalidad el algún momento de su vida (2).En un sentido genérico, sin embargo, lo probable es que estos Trastornos estén “sub-diagnosticados”, sea porque los pacientes no consultan (egosintonía), sea porque los profesionales de la salud no los diagnostican, etc. Lo probable entonces, es que a nivel cuantitativo sean más; a nivel cualitativo, tienen una gran relevancia debido a su complejidad e impacto existencial.En el territorio de las delimitaciones clínicas, no existe una concordancia plena para conceptualizar los Trastornos de Personalidad. Los Manuales Diagnósticos y Estadísticos de los Trastornos Mentales (D.S.M. III Y IV), enfatizan la importancia de los rasgos de personalidad – inflexibles y desadaptativos – como típicos del funcionamiento de la persona a largo plazo. Desde la perspectiva D:S:M., entonces, el Trastorno de Personalidad pasa a involucrar un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento, que se presenta en las áreas de la cognición, de la afectividad, del control de impulsos o de la actividad interpersonal; y que desadapta en relación a las personas del entorno y en relación a la cultura del sujeto (3). Por su parte, la Clasificación Internacional de las Enfermedades (C.I.E.), en su décima versión, agrega que estos patrones desadaptativos son la resultante de factores constitucionales, evolutivos y sociales (4). Desde otra vertiente Theodore Millon – quien ha dedicado gran parte de su trabajo clínico al tema de los Trastornos de Personalidad – enfatiza la dinámica circular y auto-perpetuante de estos trastornos: “La personalidad patológica comprendería aquellos rasgos estables y consistentes que persisten inflexibles, son usados inapropiadamente y fomentan círculos viciosos que perpetúan e intensifican las dificultades del sujeto”( 5).Más allá de discrepancias conceptuales como las explicitadas, pareciera ser una especie de lugar común el señalar que los Trastornos de Personalidad representan para los clínicos un notable desafío. Un desafío en el ámbito de la etiopatogenia y un desafío en el ámbito de la psicoterapia. Todo lo cual nos obliga a hacer las cosas particularmente bien.En los dominios de la etiopatogenia, lo claro es que existen pocas evidencias confiables en relación a las posibles causas y evoluciones de estos Trastornos; al respecto, existe mucha mayor teorización que datos válidos y confiables. Por supuesto, cada enfoque psicoterapéutico enfatizará el ángulo consistente con su teoría: dinamismos inconscientes, esquemas cognitivos sub-yacentes, disposiciones genéticas, etc. De éstas, quien cuenta a la fecha con un mayor respaldo en las evidencias, es la influencia etiológica de las disposiciones genéticas; al respecto, se estima que alrededor del 50% de los rasgos de personalidad deriva de factores genéticos (6). De ser esto así, facilitaría el comprender por qué los Trastornos de Personalidad son tan refractarios al cambio psicoterapéutico.En 1987, es decir hace ya muchos años, uno de nosotros – Roberto Opazo – participó en un “Coloquio sobre Tratamientos de los Trastornos de Personalidad”. Al Coloquio fueron invitados destacados psicoterapeutas chilenos. El Moderador inició el diálogo con la siguiente afirmación:“Tengo la sensación de que el tratamiento de los Trastornos de Personalidad es complicado. Mucho más fácil es tratar síntomas que Trastornos de Personalidad, aún cuando los síntomas se adentran en las estructuras de la personalidad. En general, cuando intentamos tratar los Trastornos de Personalidad, nos encontramos con un lecho de rocas bastante complicado, bastante difícil. Tengo la sensación que poseía una idea más optimista respecto a tratar los Trastornos de Personalidad – y yo soy un psicoanalista y me dedico a eso – mucho mayor cuando recién me inicié y realmente tuve al comienzo algunos éxitos que no sé cómo obtuve. Ahora estoy mucho más pesimista; no sé si esta opinión es compartida por los miembros de este Coloquio”. (7)Paradojalmente, uno a uno los miembros del Coloquio fueron “confesando” sus dificultades con los Trastornos de Personalidad. Y las conclusiones del Coloquio fueron bastante pesimistas. Pero eso ocurría en 1987. ¿Cuál es la situación ahora?En un sentido genérico, la situación pareciera mantenerse sin muchas variaciones. En el Handbook of Psychotherapy and Behavior Change” (2004), se presentan diversas investigaciones que conducen a esta conclusión (8). Excepciones a esta tendencia parecieran ser los trabajos de Marsha Linehan en el Trastorno de Personalidad Límite (9) y diversos abordajes a los Trastornos de Personalidad desde la Psicoterapia de grupo. (10)Lo anterior ratifica claramente que los Trastornos de Personalidad plantean un desafío complejo y difícil de enfrentar. En este contexto, los psicoterapeutas no estamos en condiciones de “farrearnos”, de ignorar o de desconsiderar opciones etiopatogénicas válidas y fuerzas de cambio aportativas, “vengan de donde vengan”. En este contexto, cualquier actitud “reduccionista” y excluyente del clínico, se traduce en un evidente perjuicio para los pacientes; si bien esto siempre es así, en estos dominios es especialmente así. Precisamente por ello, un abordaje integrativo de los Trastornos de Personalidad pareciera ser el camino más indicado.
Supraparadigma integrativoEn el Congreso Anual de la A.A.B.T. realizado en Washington D.C. en 1983, Roberto Opazo propuso un Supraparadigma Integrativo para contribuir a comprender, explicar y predecir, la dinámica psicológica en general y sus derivaciones en el ámbito de la psicoterapia. Desde esa época, este Supraparadigma Integrativo (S.I.), viene guiando el accionar teórico y psicoterapéutico del Instituto Chileno de Psicoterapia Integrativa (I.C.P.S.I). El Supraparadigma Integrativo (11,12,13,14), aporta fundamentos epistemológicos, metodológicos y a nivel de los paradigmas causales, e intenta articular lo que son influencias etiológicas y fuerzas de cambio provenientes de los paradigmas biológico, cognitivo, afectivo, inconsciente, ambiental/conductual y sistémico. El Supraparadigma Integrativo fue propuesto muy tempranamente – en 1983 - y es el único que – hasta ahora -aporta una completa teoría integrativa a nivel de los diferentes paradigmas causales. Como eje integrativo el Supraparadigma ubica al sistema SELF de la persona. El sistema SELF expresa la coherencia y el equilibrio homeostático del sistema psicológico e integra los diferentes paradigmas, integrando a su vez en plenitud a la persona. El sistema SELF constituye una especie de procesador central de la experiencia humana. Para ello, desarrolla 5 funciones esenciales: función de identidad, de significación, de auto-organización, de búsqueda de sentido y de conducción existencial.En cada experiencia, el sistema SELF construye estímulos efectivos a partir de la “materia prima” que aporta la estimulación. En el Supraparadigma se habla de estímulos efectivos para referirse a los estímulos procesados, que son los que movilizan efectivamente la dinámica psicológica. En cada experiencia, entonces, el sistema SELF modifica los estímulos a través del procesamiento y es – a su vez - modificado por éstos a través de la experiencia.El Supraparadigma Integrativo se propone integrar todo conocimiento válido y rescatar toda fuerza de cambio aportativa; pero se propone a su vez ser muy selectivo, al incorporar solamente conocimientos y estrategias aportativas en términos de predicción y cambio. Distinguir el “trigo de la paja” pasa a ser crucial en medio de tanta propuesta, lo cual involucra dejar muchas de las propuestas existentes fuera. El conocimiento válido rescatado, a su vez, pasa a ser acumulado organizadamente en el marco del Supraparadigma.El Supraparadigma Integrativo (S.I.) integra lo nomotético y lo idiográfico, dado que los principios generales (nomotéticos) se organizan y configuran de un modo particular (idiográfico) en cada persona. Es preciso entonces, conocer los principios y las personas. Plantea, además, que la causalidad lineal simple (A - B) es difícil de encontrar en el complejo territorio psicológico; lo que podemos encontrar son principios de Influencia del tipo si A, entonces es más probable B (A - > Pr. B). La Figura 1 constituye un Diagrama del Supraparadigma Integrativo. Los 6 Paradigmas están interconectados a través de modalidades causales lineales y circulares y pasan a ser integrados a través del eje que aporta el sistema SELF. Este, a su vez, va “traduciendo” la experiencia transformando la estimulación externa e interna en estímulos efectivos. Las partes interconectadas configuran una totalidad lo cual genera una dinámica sistémica con su correspondiente punto de equilibrio homeostático. Así, el Supraparadigma privilegia las partes y el todo enriqueciendo sustancialmente las opciones predictivas.
Figura 1. Supraparadigma Integrativo
Sin afán “publicitario” alguno, podemos sostener que durante estos casi 25 años de existencia el Supraparadigma Integrativo ha sido capaz de contribuir a seleccionar el conocimiento, a guiar la investigación y a ordenar la acumulación del conocimiento, tanto en nuestro Instituto como más allá de sus fronteras. Y ha sido capaz también, de conducir la génesis de un enfoque de la psicoterapia, la cual hemos venido desarrollando en el contexto del Supraparadigma: la psicoterapia integrativa. Desde nuestra óptica y en función de nuestra propia experiencia, nos resulta legítimo el destacar que el Supraparadigma Integrativo ha venido aportando profundidad a la comprensión (a través de una teoría completa y no reduccionista), y potencia al cambio (a través del rescate y uso articulado de estrategias de cambio válidas, tanto específicas como inespecíficas) (10, 11, 12).A partir del Supraparadigma Integrativo, hemos delimitado conceptualmente la psicoterapia integrativa como “un proceso activo que se desarrolla en un contexto interpersonal. Este proceso es diseñado específica y deliberadamente como medio de influencia, la cual se ejerce a través de la génesis de experiencias novedosas en términos cognitivos, afectivos o conductuales, las que a su vez pueden ser correctivas y/o enriquecedoras. El propósito central de un proceso de psicoterapia integrativa es alcanzar objetivos acordados entre cliente y terapeuta. El proceso es conducido por un especialista quien fundamenta su accionar en un Supraparadigma Integrativo. La psicoterapia integrativa es nutrida por influencias etiológicas y por fuerzas de cambio específicas provenientes de los paradigmas biológico, cognitivo, afectivo, inconsciente, ambiental/conductual y sistémico. Estas influencias han contribuido a la explicación de la génesis de los desajustes psicológicos y a la predicción y al cambio en psicoterapia”. (13). Por supuesto, las 5 funciones del sistema SELF tienen un rol fundamental en la génesis, predicción y cambio de los desajustes psicológicos.
Aproximaciones a la etiopatogenia de los trastornos de personalidadEl término “etio - pato – genia” nos remite al proceso de gestación de la patología. Dar cuenta de este proceso es una tarea sumamente difícil en la psicopatología general y muy especialmente en el ámbito de los Trastornos de Personalidad. Es así como, al revisar los hallazgos de investigación y los desarrollos teóricos en torno a los trastornos de personalidad, estamos de acuerdo con Theodore Millon cuando señala que “en el estado actual de la psicopatología clínica… no se han desentrañado las complejas e interrelacionadas redes causales que subyacen a los trastornos de personalidad” (15, p. 141).Tal estado de cosas es comprensible si consideramos los deficientes datos empíricos y las divergencias teóricas en torno al concepto mismo de personalidad, al desarrollo de la personalidad, a la relación personalidad-psicopatología y al proceso de gestación de los trastornos de personalidad propiamente tales.Se ha señalado que la personalidad estaría determinada por la conjunción de factores temperamentales y caractereológicos. En los primeros, el foco está puesto en lo biológico, genético y constitucional; en los segundos, se destaca la injerencia del ambiente y de las experiencias de relación temprana con los padres, la familia y luego la sociedad. Todo esto lleva a la formación de una estructura relativamente estable. La mayor parte de los individuos muestra una combinación de múltiples rasgos temperamentales y de carácter que originan una personalidad balanceada (16).Desde la antigüedad, se reconocen diferentes aproximaciones en torno a los diferentes modos de ser y de comportarse de los seres humanos. Así, Hipócrates y Galeno desarrollan la teoría Humoral. Posteriormente en el siglo XIX, la Frenología relacionó esas formaciones craneales en 37 rasgos individuales. Por su parte en el siglo XX se plantearon relaciones entre la arquitectura corporal y el carácter. En esa línea Sheldon propone la correlación entre el predominio de las capas embrionarias durante el desarrollo y los caracteres viscerotónico, cerebrotónico y somatotónico (17).Desde la perspectiva psicodinámica, la personalidad se relaciona con la organización que determina los modos de relación de una persona con su ambiente y las experiencias subjetivas concomitantes; contiene los modos habituales de armonizar las necesidades internas provenientes del ello, con las exigencias del mundo externo, por lo que tiene una función adaptativa. Freud sugirió que los rasgos de personalidad estaban relacionados con la fijación en una de las fases del desarrollo psicosexual, transformándose en formas permanentes de conducta con la ayuda de la represión y de otros mecanismos de defensa. De este modo conflictos inconscientes mantenidos en el tiempo, serían los responsables etiológicos de los Trastornos de Personalidad.Posteriormente Reich, enfatizó los estilos defensivos característicos que usan las personas, con el fin de protegerse de sus impulsos internos y de la ansiedad que producen las relaciones interpersonales; utilizó el término coraza del carácter para describirlos (17).En el ámbito descriptivo, el enfoque psicodinámico coincide con la apreciación clínica predominante entre los clínicos, en el sentido que las personas con trastornos de personalidad se caracterizarían por la forma rígida y repetitiva de reaccionar con las mismas defensas, conductas y sentimientos frente a muy diversas situaciones, demostrando así una muy limitada capacidad de adaptación (18).La postura conductual y ambientalista radical (19), no concibe la existencia de rasgos y, por ende, no acepta el concepto de personalidad. Para Skinner, por ejemplo, explicar la conducta a partir de “rasgos de personalidad” pasaría a ser tautológico: “Agrede porque es agresivo y es agresivo porque agrede”(19). Autores como Mischel y Bandura descalifican el uso de los “rasgos de personalidad” sobre la base de que no resultan predictivos en relación a la conducta (20, 21).Los autores cognitivo/conductuales sí conciben una cierta regularidad conductual, basada en elementos internos más estructurales. Por ejemplo el mismo Bandura, al referirse a la cognición, ha señalado que “existe amplia evidencia de que la conducta abierta a menudo esta gobernada por estimulación auto-generada, que es relativamente independiente de sucesos estímulos ambientales”(21 p.39). Desde la perspectiva cognitivo/conductual se postula que estilos habituales en ámbitos cognitivos y afectivos (estructuras cognitivo-afectivas, esquemas cognitivos subyacentes), podrían ser considerados como “causas” de conductas que tienden a repetirse (variables mediacionales que serían las responsables de patrones y tendencias conductuales). La interacción biología-experiencia de vida, iría generando estructuras cognitivas y afectivas, las cuales a su vez pueden ser más o menos adaptativas. Los trastornos de personalidad serían derivados de factores biológicos y de experiencias de vida, que van generando rasgos cognitivos y afectivos neuróticos, los que a su vez causan rasgos conductuales neuróticos (22).
Desde la perspectiva constructivista post-racionalista, la esfera de la personalidad se relacionaría con la experiencia interior (“yo”) y la apariencia exterior (“mi”). Estas dimensiones de la personalidad se complementan con los distintos tipos de “organización de significado personal”, las que serían responsables de los patrones de comportamiento más característicos de las personas. El enfoque enfatiza el rol del attachment o apego en el ámbito etiológico; el estilo de apego temprano determinaría la organización de significado personal predominante a través de la vida. Así, un estilo de apego “bifronte”, ambivalente entre el rechazo y la devoción hacia el niño, sería característico de la organización de significado personal obsesivo-compulsiva (23).En el enfoque humanista experiencial, la persona sería poseedora de una tendencia hacia la autorrealización (24) y de una sabiduría organísmica (25). Si estas tendencias son bloqueadas, obstaculizadas o desconocidas, originarían trastorno, neurosis o patología (26).Desde una aproximación evolutiva, se ha resaltado la relación con los pares como un regulador de rasgos de personalidad y conducta. Esta regulación sería más fuerte que la influencia de los padres (27).Desde otra mirada, en el último tiempo se ha venido enfatizando cada vez más la importancia de las bases y determinantes biológicos de la personalidad. A los ya conocidos desarrollos e investigaciones sobre rasgos, como neuroticismo, introversión/extroversión (28) y timidez (29), se suman planteamientos en relación al rol prioritario de los genes y de otros factores biológicos en la determinación de la personalidad individual (30). En el estudio Minnesota 350 pares gemelos idénticos criados juntos y separados, Coleman (1986) concluye que “para la mayoría de los rasgos medidos, más de la mitad de varianza se explicaba por la herencia dejando menos de la mitad determinado por la influencia de los padres, ambiente en la casa y otras experiencias de vida” (31, p. 54). En la misma línea, estudios más recientes arrojan una influencia genética de un 46% para los rasgos de apertura, amabilidad, escrupulosidad, neuroticismo y extroversión; y solo un 7% de influencia del ambiente compartido por los gemelos (32). De este modo, los genetistas del grupo Minnesota afirman que los genes actúan de manera independiente del ambiente (siempre y cuando el ambiente se mantenga dentro de rasgos normales); proponen por tanto que lo que llamamos personalidad es en grado importante una cuestión de química cerebral (33).Frente a la interrogante sobre la relación entre personalidad y psicopatología, pareciera ser que éstas se influencian mutuamente en cuanto a su aparición, manifestación y desarrollo; conjuntamente con compartir una etiología común. (34). Es así como los desórdenes mentales se presentarían dentro del contexto de una estructura de personalidad pre-morbida, que frecuentemente tendrá un significativo efecto en la presentación y curso del trastorno específico (34, 35).Documentar empíricamente la contribución de la personalidad al desarrollo de la psicopatología, ha sido difícil por decir lo menos; este aporte de la personalidad al desarrollo de la psicopatología no es certero ni específico. Son muy pocos los trastornos del DSM que presentan una etiología específica.El desarrollo de la psicopatología, en la mayoría de los casos, pareciera ser interactivo y multifactorial a lo largo del tiempo. Interesante resulta en este punto la fuerte co-morbilidad existente entre los trastornos de personalidad y otras problemáticas clínicas. Los distintos trastornos de personalidad presentan una elevada frecuencia de co-morbilidad con trastornos característicos del eje I de la clasificación de los DSM, planteándose dos hipótesis para explicar estos hallazgos. La primera de ellas corresponde al “modelo de la vulnerabilidad”, el cual sostiene que un trastorno de personalidad emergería de (a la vez que configura) un estado de mayor vulnerabilidad, que predispone a estos pacientes a experimentar con mayor frecuencia y en mayor intensidad los distintos trastornos del eje I. Adicionalmente, la presencia de patrones inflexibles y desadaptativos en las distintas áreas, predispondría a estos sujetos a enfrentar el rechazo en quienes les rodean, y a construir escenarios interpersonales que gatillan la emergencia de otros trastornos del eje II (36).La segunda hipótesis corresponde al “modelo de la complicación” (5), el cual aborda el tema desde el ángulo contrario, y sostiene que la presencia temprana, intensa y recurrente de trastornos del eje I, genera una predisposición y/o efecto residual que configura la presencia co-mórbida de trastornos del eje II (36). Actualmente existe evidencia epidemiológica para sostener ambas hipótesis, aunque la ausencia de diseños experimentales impide discernir respecto de la dirección de esta relación causal a favor de una u otra (1).Así, por ejemplo, Johnson el al (1996), a partir de un estudio longitudinal de 3 años, señalan: “Las personas con trastornos de personalidad presentan un riesgo asociado de experimentar futuros trastornos en el eje I, sin importar si hayan o no tenido trastornos previos en el eje I” (37, p.359).En la misma línea, Pervin y John (1999) (37), apoyándose en investigaciones de Torgensen, señalan que la existencia de un trastorno de personalidad limítrofe es un mejor predictor de la depresión futura que la depresión misma. Estos datos concuerdan con lo reportado por Trull et al (1997), a partir de un estudio con 1700 universitarios, en el sentido que los sujetos con rasgos de personalidad límite presentaban mayor incidencia de disfunciones tales como disforia, abuso de sustancias y fracasos académicos (37).
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jueves, julio 23, 2009

El estrés paterno incrementa la susceptibilidad infantil al asma.





FUENTE: PNAS ON LINE. 2009 JUL
[noticias] [22/7/2009]
Resumen [texto completo en inglés] [traducir]

El estrés de los padres se combina con la exposición temprana a la contaminación y contribuye al mayor riesgo de asma infantil, según un estudio de la Universidad de California del Sur en Los Ángeles (Estados Unidos) que se publica en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS). Los científicos muestran que el estrés parental podría hacer a los niños más susceptibles al inicio del asma que los niños bajo menos estrés. Los autores del estudio siguieron a 2.497 niños de California del Sur de entre 5 y 9 años sin antecedentes de asma en el momento de comenzar el estudio y siguieron si desarrollaban asma durante un periodo de estudio de tres años. Los investigadores utilizaron un cuestionario que medía el estrés de los padres y recogieron datos sobre la exposición a la contaminación asociada al tráfico y si los niños estuvieron expuestos al humo del tabaco durante el embarazo. El estrés personal o las condiciones socioeconómicas no aumentaron el riesgo de que los niños desarrollaran asma. Sin embargo, cuando los niños tenían padres estresados y vivían alrededor de niveles elevados de contaminación por tráfico, su riesgo de asma aumentaba en comparación con niños sólo expuestos a la contaminación. Los investigadores descubrieron un efecto similar de estrés parental sobre la relación entre la exposición al humo de tabaco en el útero y el asma. Según el estudio, el estrés puede aumentar la susceptibilidad a desarrollar asma.Para acceder al texto completo consulte las características de suscripción de la fuente original: www.pnas.org/

Investigadores afirman que ciertos rasgos de personalidad contribuyen a potenciar el efecto placebo.




FUENTE: AMAZINGS.COM. 2009 JUN
[noticias] [11/6/2009]
Resumen





Un equipo de investigadores en la Universidad McGill pudieron comprobar que a las personas a las que les gusta experimentar sensaciones nuevas disfrutan de una "respuesta al placebo" más fuerte, es decir un mayor alivio del dolor conseguido por la administración de un tratamiento falso, que los sujetos sin esos rasgos de personalidad y que son de carácter más reservado.Así que a raíz de este descubrimiento los investigadores hipotetizaron sobre que la anticipación del alivio del dolor, activado por la administración de un placebo, es un caso especial de anticipación de lo que en psicología se conoce como "recompensa". La dopamina es un neurotransmisor importante en el funcionamiento del "circuito de recompensa", así que los rasgos de personalidad vinculados a la dopamina, como por ejemplo el gusto por experimentar sensaciones nuevas, fueron estudiados.Petra Schweinhardt, investigadora en el Centro Alan Edwards para la Investigación del Dolor, de las Facultades de Odontología y Medicina de la Universidad McGill, y su equipo, probaron las reacciones de 22 varones sanos inyectándoles una solución salina que inducía el dolor en sus piernas izquierda y derecha durante veinte minutos. Antes de comenzar el experimento, dijeron a los participantes que estaban probando una crema analgésica experimental, la cual en realidad era sólo loción para la piel. Los investigadores dijeron pues a los participantes que probarían en una pierna el tratamiento y en la otra una loción no medicinal.Los participantes debían tasar su dolor en ambas pruebas. Quienes creyeron sentirlo fueron los que obtuvieron una puntuación mayor en los tests para medir los rasgos de personalidad asociados al gusto por las sensaciones nuevas.Otro componente importante de esta investigación fue la monitorización del estriado ventral, una región cerebral importante para el circuito de recompensa. Mediante Resonancia Magnética se examinó a todos los sujetos, hallándose una relación entre la respuesta al placebo, los rasgos de la personalidad y las cantidades de materia gris en esa región particular del cerebro.El estudio revela por tanto un claro vínculo entre estos rasgos de personalidad y el efecto placebo en la percepción del dolor físico.

Según la OMS, en 2020, la depresión mayor será la segunda causa de discapacidad.




FUENTE: DIARIO MÉDICO. 2009 JUL
[noticias] [14/7/2009]



Resumen
Víctor Pérez Sola, director de Unidad del Servicio de Psiquiatría del Hospital San Pablo, de Barcelona, y miembro de la Alianza Europea contra la Depresión, denuncia infradiagnóstico e infratratamiento en la depresión. Hasta un 15 por ciento de pacientes con trastorno depresivo se suicidan. La depresión mayor es una enfermedad mental grave que afecta a unos 6 millones de españoles, con una incidencia en aumento. Se caracteriza por alteraciones anímicas, conductuales y somáticas; es a menudo recurrente, se cronifica en un 25 por ciento de los casos y puede presentarse a cualquier edad, causando una gran discapacidad a los enfermos que la padecen. Una de cada cinco mujeres y uno de cada diez hombres sufrirán un cuadro de depresión mayor a lo largo de su vida. "Los trastornos depresivos están caracterizados por un curso recurrente e incluso crónico", subraya el experto. "La depresión implica un sufrimiento importante que disminuye enormemente la calidad de vida del individuo, llegando a suponer un riesgo de muerte”. Más del 90 por ciento de los suicidios se producen en el contexto de una enfermedad psiquiátrica, y la depresión una de las más significativas. En la Unión Europea se suicidan más de 45.000 personas al año; cada hora lo hacen unos cinco individuos, y se calcula que el número de intentos de suicidio podría ser hasta ocho veces mayor. En la mayoría de los países "el riesgo de suicidio es mayor entre los hombres adultos, y los intentos de suicidio, entre las mujeres jóvenes. Un estudio mostró que el 40 por ciento de los individuos que mueren por suicidio habían visitado a un médico las semanas anteriores al acto suicida. Esto significa la necesidad de llevar a cabo más intervenciones en el ámbito de la atención primaria". Hoy en día, a pesar de disponer de tratamientos efectivos (antidepresivos y psicoterapia), "sólo un 10 por ciento de los pacientes con depresión reciben tratamiento farmacológico o psicoterapéutico adecuado". Las razones de estos infradiagnósticos e infratratamientos varían desde el déficit en atención primaria (por ejemplo, la formación específica en salud mental) hasta los prejuicios respecto a la depresión por parte de la población ("la depresión no es una verdadera enfermedad, se debe a un fracaso personal") y del paciente depresivo en particular ("me falta energía para buscar ayuda, tengo sentimientos de desesperanza"). Se estima que sólo la mitad de los pacientes con depresión mayor son detectados y diagnosticados correctamente; y de éstos no todos reciben un tratamiento adecuado". Las propuestas realizadas por la Alianza Europea contra la Depresión son; la cooperación con los médicos de familia, las campañas informativas, la cooperación con los centros sociales de la comunidad, y los servicios para personas afectadas y para sus familiares. En cuanto a la cooperación con los médicos de familia, Víctor Pérez matiza que "los médicos de familia tienen la opción de participar en sesiones de formación. Se les facilita material informativo específico sobre la depresión dirigido a los pacientes y se les ofrece la opción de consultar a un especialista con relación al tratamiento de casos particulares de depresión que tengan en la consulta". La campaña informativa, va dirigida a la población en general. Los ciudadanos reciben los consejos mediante pósters, anuncios de televisión, folletos informativos, comunicaciones de prensa y una página de internet (http://www.eaad.net)./ Otros grupos sociales de la comunidad, como agrupaciones culturales, maestros o profesionales de la geriatría, reciben información sobre depresión mediante charlas y conferencias. Para los pacientes de alto riesgo se crearán grupos de autoayuda especialmente para pacientes con antecedentes de intentos de suicidio.

lunes, enero 12, 2009

A examen la terapia de estimulación magnética para tratar la depresión.

FUENTE: EL MUNDO. 2009 ENE
[12/1/2009]
Resumen

En torno a un 25% de quienes padecen depresión no responde al tratamiento farmacológico incluso después de haber tomado varios tipos de antidepresivos. En estos casos la terapia de estimulación cerebral puede resultar muy útil y de hecho esta técnica acaba de recibir la aprobación para ser utilizada de forma habitual en Estados Unidos, aunque se viene utilizando desde hace más de una década en varios países, entre ellos España.El organismo estadounidense que regula la aprobación de fármacos, alimentos y dispositivos médicos, la FDA, acaba de aprobar el primer aparato para suministrar la denominada terapia magnética transcraneal: Neurostar TMS, de la empresa Neuronetics. Los psiquiatras que la emplean creen que ese ha sido el espaldarazo definitivo para un tratamiento que no es totalmente nuevo. Uno de sus 'padres' científicos es el español Álvaro Pascual-Leone, quien coordinó desde la Universidad de Valencia el primer ensayo clínico controlado sobre su aplicación en pacientes con depresión.En España se ha introducido más tímidamente y apenas se usa en la sanidad pública, pero un número creciente de clínicas privadas confía en este método para 'rescatar' a los enfermos que, tras haber probado diversos fármacos, siguen sin poder decir adiós a su depresión.A diferencia del 'electroshock', la estimulación magnética no provoca convulsiones, no precisa anestesia y tan sólo presenta efectos secundarios muy leves y transitorios, como dolor de cabeza en un reducido porcentaje de personas. Se aplica durante un periodo de entre cuatro y seis semanas en múltiples sesiones de 30-40 minutos cada día. Lo normal es que el paciente no sienta ningún tipo de molestia.En España empieza a haber psiquiatras que ya tienen una amplia experiencia en el empleo de la técnica. Uno de ellos es Juan José López Ibor. El 50% de los pacientes que ha tratado López Ibor «responden muy bien a esta terapia», asevera. En su opinión, el método ha tenido una escasa implantación nacional porque aún es poco conocido incluso entre los especialistas. «En medicina hay innovaciones que no tienen una acogida acorde a su eficacia porque no hay detrás un gran esfuerzo para difundirlas».Otro de los médicos españoles que ya emplea de forma habitual la estimulación magnética es Enrique Rojas, catedrático de Psiquiatría y director del Instituto de Investigaciones Psiquiátricas. Su equipo ha evaluado los resultados obtenidos en una muestra de 24 pacientes y ha constatado que «el 71% mejoró clínicamente». Para el especialista, este tipo de técnicas son especialmente necesarias en un momento en el que la depresión ha alcanzado una prevalencia impensable hace años y «se ha convertido en la segunda causa de baja laboral, sólo por detrás de las enfermedades comunes, como la gripe».Pero también hay psiquiatras que advierten de que, como con cualquier otra innovación médica, aún no se pueden echar las campanas al vuelo. Para Mauro García Toro, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Son Llatzer de Palma de Mallorca, «falta por delimitar mejor qué perfil de pacientes es el más idóneo», apunta. Además, reconoce que hay expertos «escépticos respecto a la técnica, quizá porque se plantearon inicialmente unas expectativas muy altas sobre su posible utilidad clínica que hasta ahora no han podido ser satisfechas». Por eso, cree que es preciso «ser muy cautos en este punto, ya que la mayoría de los estudios sólo apunta mejorías claras en aproximadamente un tercio de los pacientes, mientras que el resto obtiene pocos o ningún beneficio».

BIENVENIDOS DE NUEVO

Ante todo, darles nuevamente la bienvenida a todos nuestros lectores a su Blog de Teorías de la Personalidad. Por motivos relacionados con ...