Actualmente, cada vez hay más autores que están de acuerdo en considerar la tesis de que los trastornos de la personalidad no son verdaderas enfermedades mentales, sino, más bien, variantes anormales de la personalidad que se constituyen en auténticos estilos de vida. Esta postura viene originada como consecuencia de considerar los trastornos de la personalidad desde un punto de vista dimensional, es decir, como un continuo y no como un taxón o categoría discreta. El mismo enfoque dimensional se viene sosteniendo desde hace ya dos décadas sobre la psicopatía, la cual no es, ni mucho menos, un trastorno mental, ni tampoco puede equipararse con el trastorno antisocial de la personalidad. Por otro lado, asegurar que los delincuentes tienen un trastorno antisocial de la personalidad ni constituye mérito alguno ni tampoco soluciona nada que digamos. Lógicamente, se entiende que la persona que ha cometido una infracción penal, anti-normativa, es, por definición, antisocial. En 1993, el profesor ADRIAN RAINE escribió un libro titulado The Psychopathology of Crime: Criminal Behavior as a Clinical Disorder, en el que explicaba claramente las negativas consecuencias legales y sociales de considerar una especie de psicopatología del crimen o considerar la conducta delictiva como un trastorno clínico; una de esas negativas consecuencias sería la de asumir, precisamente cuando la mayoría de los estudios indican todo lo contrario, que todos los delincuentes deben padecer algún tipo de trastorno mental, lo que nivel jurídico-penal seria un tremendo desacierto, habida cuenta de que las personas con trastornos mentales forman un reducidísimo grupo dentro del submundo delincuencial.
Extraído del !3º Congreso Virtual de Psiquiatría
Autores: José Manuel Pozueco Romero*; Nieves Casas Barquero**; Samuel Leopoldo Romero Guillena***.
Extraído del !3º Congreso Virtual de Psiquiatría
Autores: José Manuel Pozueco Romero*; Nieves Casas Barquero**; Samuel Leopoldo Romero Guillena***.
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